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La gloria de tu presencia.

Si se pudiera describir el trono de Dios, quizá la palabra más adecuada sería glorioso; es impactante como lo describe Juan en su visión y menciona que día y noche hay alabanza continua hacia Dios. Los seres que están delante de Su trono reconocen una y otra vez que Dios es digno simplemente por ser quien es (v.8). Un día podremos ver lo que ellos ven: a Dios en todo su esplendor y entenderemos como es que ellos nunca se cansan de alabar a y adorar al único Dios que vive. En este tiempo, en este planeta, existen muchas formas en que podemos ser fascinados, en la actualidad, la era de la tecnología existe entretenimiento visual al por mayor, ya sea un servicio de streaming o una red social, somos bombardeados por todos lados para entretenernos y no es malo buscar recrearse de esta forma, siempre hay tiempo para todo. El riesgo está en que con estas cosas el ser humano busque llenar el vacío que está en su corazón, en ese sentido ninguna red social, ningún programa de entretenimiento, película o show puede compararse al asombro que encontramos en la gloriosa presencia de Dios. Dejémonos cautivar por la presencia de Dios como hacen estos seres angelicales, acerquémonos y pidamos ser fascinados cada día más con la gloria de Dios. 


Oración: 


Padre, quiero ser cautivado por tu gloria tal como los seres que están delante de ti día y noche. Ayúdame a silenciar el ruido de todo lo demás que me rodea y quiere robar mi atención y mi tiempo. Atráeme con la belleza de tu amor, este tiempo dispongo mi corazón a ser cautivado por Ti. En el nombre de Jesús, Amén.


Ayuno:


Otras recomendaciones si te estás absteniendo de alimento. Se debe consumir fibra antes y después del ayuno, pero nunca durante el ayuno. No se fatigue ni se ejercite demasiado cuando ayune, procure descansar, baje el ritmo. Después del ayuno procure los alimentos ligeros como jugos y frutas, en pocas cantidades por lo menos durante dos o tres días.


Apocalipsis 4:1-11


4 Entonces, mientras miraba, vi una puerta abierta en el cielo, y la misma voz que había escuchado antes me habló como un toque de trompeta. La voz dijo: «Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después de esto». 2 Y al instante, yo estaba en el Espíritu[a] y vi un trono en el cielo y a alguien sentado en él. 3 El que estaba sentado en el trono brillaba como piedras preciosas: como el jaspe y la cornalina. El brillo de una esmeralda rodeaba el trono como un arco iris. 4 Lo rodeaban veinticuatro tronos en los cuales estaban sentados veinticuatro ancianos. Todos vestían de blanco y tenían una corona de oro sobre la cabeza. 5 Del trono salían relámpagos y estruendo de truenos. Delante del trono había siete antorchas con llamas encendidas; esto es el Espíritu de Dios de siete aspectos.[b] 6 Delante del trono también había un mar de vidrio brillante, reluciente como el cristal.


En el centro y alrededor del trono había cuatro seres vivientes, cada uno cubierto de ojos por delante y por detrás. 7 El primero de esos seres vivientes era semejante a un león, el segundo era como un buey, el tercero tenía cara humana, y el cuarto era como un águila en vuelo. 8 Cada uno de los seres vivientes tenía seis alas, y las alas estaban totalmente cubiertas de ojos por dentro y por fuera. Día tras día y noche tras noche repiten continuamente: «Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso,    el que siempre fue, que es, y que aún está por venir».


9 Cada vez que los seres vivientes dan gloria, honor y gracias al que está sentado en el trono (el que vive por siempre y para siempre), 10 los veinticuatro ancianos se postran y adoran al que está sentado en el trono (el que vive por siempre y para siempre), y ponen sus coronas delante del trono, diciendo: 11 «Tú eres digno, oh Señor nuestro Dios,    de recibir gloria y honor y poder.Pues tú creaste todas las cosas,    y existen porque tú las creaste según tu voluntad».

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