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Interceder por otros.

¿Alguna vez has intervenido a favor de alguien más? Todos podemos pelear a favor de nosotros mismos, defender nuestros derechos o reclamar lo que consideramos nos pertenece. Pero pedir por alguien más cuando esto no representa un beneficio directo para nosotros mismos, puede ser desafiante. Abraham sabía que Dios no era ajeno a sus emociones y no estaba desconectado de la compasión por lo que cuando el momento llegó, descubrió que podía interceder a favor de otros delante de Dios. La sangre de Jesús nos dio la capacidad de hacer lo mismo, aprendamos a pasar tiempo disfrutando a Dios mientras creemos en fe que Él hará cosas grandes a favor de los que nos rodean, nuestra intercesión es importante para que Dios actúe de forma sobrenatural a favor de nuestra familia, ciudad y nación. 


Oración:


Padre, gracias por darme la oportunidad de siempre expresarte todo lo que necesito, ayúdame a ver más allá de mis necesidades y poder empatizar con las necesidades de otros, enséñame a interceder a favor de otros cuando estoy en tu presencia. Pedir por las necesidades de los que me rodean y empatizar con su situación delante de ti. En el nombre de Jesús. Amén.


Ayuno:


Los judíos devotos ayunaban (Hechos 27.9). Una mujer llamada Ana, servía a Dios en el templo con «ayunos y oraciones» (Lucas 2.37). Los discípulos de Juan el Bautista ayunaban (Marcos 2.18) Un hombre llamado Cornelio, también ayunaba (Hechos 10.30), los cristianos de Antioquía ayunaban (Hechos 13.2–3), también Pablo y Bernabé (Hechos 14.23).


Génesis 18:16-33:


16 Después de haber comido, los hombres se levantaron y miraron hacia Sodoma. Cuando salieron, Abraham caminó un tramo con ellos para despedirlos. 17 «¿Ocultaré mis planes a Abraham?—preguntó el Señor—. 18 Pues Abraham sin duda llegará a formar una nación grande y poderosa, y todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de él. 19 Yo lo escogí a fin de que él ordene a sus hijos y a sus familias que se mantengan en el camino del Señor haciendo lo que es correcto y justo. Entonces yo haré para Abraham todo lo que he prometido».

20 Así que el Señor le dijo a Abraham: —He oído un gran clamor desde Sodoma y Gomorra, porque su pecado es muy grave. 21 Bajaré para ver si sus acciones son tan perversas como he oído. Si no es así, quiero saberlo. 22 Los otros hombres se dieron la vuelta y se dirigieron a Sodoma, pero el Señor se quedó con Abraham. 23 Abraham se le acercó y dijo: —¿Destruirás tanto al justo como al malvado? 24 Supongamos que encuentras cincuenta personas justas en la ciudad, ¿aun así la destruirás y no la perdonarás por causa de los justos? 25 Seguro que tú no harías semejante cosa: destruir al justo junto con el malvado. ¡Pues estarías tratando al justo y al malvado exactamente de la misma manera! ¡Sin duda, tú no harías eso! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto? 26 Y el Señor contestó: —Si encuentro cincuenta personas justas en Sodoma, perdonaré a toda la ciudad por causa de ellos. 27 Entonces Abraham volvió a hablar: —Ya que he comenzado, permíteme decir algo más a mi Señor, aunque no soy más que polvo y cenizas. 28 Supongamos que hubiera solo cuarenta y cinco justos en vez de cincuenta. ¿Destruirás toda la ciudad aunque falten cinco? El Señor le dijo: —No la destruiré si encuentro cuarenta y cinco justos allí. 29 Entonces Abraham insistió en su petición:

—¿Supongamos que hubiera solamente cuarenta? El Señor le contestó: —No la destruiré por causa de esos cuarenta. 30 —Por favor, no te enojes, mi Señor—rogó Abraham—. Permíteme seguir hablando. ¿Supongamos que se encontraran solamente treinta justos? El Señor le contestó: —No la destruiré si encuentro treinta. 31 Entonces Abraham dijo: —Dado que me he atrevido a hablar al Señor, permíteme continuar. ¿Supongamos que hay solamente veinte?

El Señor le contestó: —Entonces no la destruiré por causa de esos veinte. 32 Finalmente, Abraham dijo: —Señor, por favor, no te enojes conmigo si hablo una vez más. ¿Y si hubiera tan solo diez? Y el Señor contestó: —Entonces no la destruiré por causa de esos diez. 33 Cuando el Señor terminó la conversación con Abraham, siguió su camino, y Abraham regresó a su carpa.



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