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No hay nadie como tú.

En ocasiones podemos conocer a alguien por mucho tiempo y aun así puede seguirnos sorprendiendo con más cualidades que no conocíamos de tal persona. Esto pasa porque a veces creemos tener toda la información sobre alguien, o quizá alguien describe alguna actividad que realiza, pero cuando lo vemos en acción nos damos cuenta que es muy diferente la historia a experimentarlo. Eso fue lo que los discípulos vivieron, Jesús muchas veces les había dicho quién era Él, pero cuando lo vieron en su gloria se dieron cuenta que verlo superaba mucho de lo que habían escuchado. En nuestra vida podemos escuchar a otros hablar de su experiencia en la presencia de Dios o incluso leer en la Biblia las descripciones de cómo es Dios. Pero cuando pasamos tiempo con Jesús y lo experimentamos a través de la iglesia, la oración, la adoración o la comunión con otros creyentes, descubrimos qué hay mucho más que sólo se puede conocer cuando aceptamos aventurarnos y disfrutar la presencia de Dios. 


Oración:


Señor, gracias por hablarme de ti y de quién eres, hoy te pido que me enseñes a no sólo escucharte si no también a caminar contigo, a experimentarte, gracias porque nunca me niegas tu presencia y sé que siempre podré participar de ella. En Cristo Jesús. Amén.


Ayuno:


El ayuno parcial puede consistir en restringir la ingesta de algún tipo de alimento, este ayuno puede tener muchas variantes. Algunos lo llaman el “Ayuno de Daniel”, en el cual se come solamente vegetales o frutas en forma de jugos o ensaladas. El ayuno parcial es de gran valor, especialmente cuando las circunstancias hacen que resulte imposible o inconveniente realizar un ayuno total.


Lucas 9:28-36


28 Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar. 29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca resplandeciente. 30 De repente aparecieron dos hombres, Moisés y Elías, y comenzaron a hablar con Jesús. 31 Se veían llenos de gloria. Y hablaban sobre la partida de Jesús de este mundo, lo cual estaba a punto de cumplirse en Jerusalén.


32 Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él. 33 Cuando Moisés y Elías comenzaron a irse, Pedro, sin saber siquiera lo que decía, exclamó: «Maestro, ¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recordatorios:[a] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías». 34 Pero no había terminado de hablar cuando una nube los cubrió y, mientras los cubría, se llenaron de miedo.


35 Entonces, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo, mi Elegido.[b] Escúchenlo a él». 36 Cuando la voz terminó de hablar, Jesús estaba allí solo. En aquel tiempo, no le contaron a nadie lo que habían visto.


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