Salomón fue sabio al pedir sabiduría. Al comienzo de su reinado Salomón buscó a Dios y entendió que más que dinero o poder lo que más necesitaba era pedir sabiduría. En su lugar, muchos habríamos pedido poder o dinero como prioridad, pero el hecho de buscar primero a Dios hizo que sus peticiones delante de Dios se ordenaran. Acercarnos a Dios nos hace sabios, porque Dios es sabio. Estar cerca de Dios hace que nuestros deseos cambien y que crezcamos en sabiduría. Dios instruyó a Salomón y al obedecer su voluntad Dios le bendijo con una larga y prospera vida. Seguir las enseñanzas de Dios es sabiduría. Salomón no solo tuvo sabiduría, también acumuló fama y riquezas, pero escribió en proverbios: “Pues la sabiduría es mucho más valiosa que los rubíes. Nada de lo que uno pueda desear se compara con ella”. (Proverbios 8:11) “Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia”. (Proverbios 2:6). En el nuevo testamento Jesús es llamado la Sabiduría de Dios. (Colosenses 3:2) Buscar la presencia de Jesús en tu vida es tomar el camino de Salomón.
Oración:
Señor entiendo que es sabio buscarte y estar cerca de ti, al estar contigo aprendo lo que es sabio, hoy te pido que me des la gracia para buscar la presencia y la compañía de Jesús en mi vida, para que Él traiga la sabiduría que necesito para cada área de mi vida. En Cristo Jesús, Amén.
Ayuno:
Quizás tu ayuno el día de hoy puede tratarse de hablar con esa persona con la que necesitas arreglar las cosas. Tal ves este es el momento de perdonar esa ofensa, soltar esas ataduras con las que estamos sujetando a alguien por una deuda, porque no ha cumplido lo que nos prometió. Quizás es tiempo de liberarlos.
1 Reyes 3:3-15 NTV
Salomón amaba al SEÑOR y seguía todos los decretos de su padre David; sin embargo, él también ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares de culto de la región. El más importante de esos lugares de culto se encontraba en Gabaón; así que el rey fue allí y sacrificó mil ofrendas quemadas. Esa noche, el SEÑOR se le apareció a Salomón en un sueño y Dios le dijo: —¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré! Salomón contestó: —Tú mostraste gran y fiel amor hacia tu siervo David, mi padre, un hombre transparente y leal, quien te fue fiel. Hoy sigues mostrándole este gran y fiel amor al darle un hijo que se siente en su trono. »Ahora, oh SEÑOR mi Dios, tú me has hecho rey en lugar de mi padre, David, pero soy como un niño pequeño que no sabe por dónde ir. Sin embargo, aquí estoy en medio de tu pueblo escogido, ¡una nación tan grande y numerosa que no se puede contar! Dame un corazón comprensivo para que pueda gobernar bien a tu pueblo, y sepa la diferencia entre el bien y el mal. Pues, ¿quién puede gobernar por su propia cuenta a este gran pueblo tuyo? Al Señor le agradó que Salomón pidiera sabiduría. Así que le respondió: —Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia y no has pedido una larga vida, ni riqueza, ni la muerte de tus enemigos, ¡te concederé lo que me has pedido! Te daré un corazón sabio y comprensivo, como nadie nunca ha tenido ni jamás tendrá. Además, te daré lo que no me pediste: riquezas y fama. Ningún otro rey del mundo se comparará a ti por el resto de tu vida. Y si tú me sigues y obedeces mis decretos y mis mandatos como lo hizo tu padre David, también te daré una larga vida. Entonces Salomón se despertó y se dio cuenta de que había sido un sueño. Volvió a Jerusalén, se presentó delante del arca del pacto del Señor y allí sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Luego invitó a todos sus funcionarios a un gran banquete.
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